viernes, 16 de junio de 2017

Ensayo sobre "El Otro"

  Todos tenemos y somos nuestro yo, un único yo, y consideramos a los demás como otros. Pero, si todos somos un yo distinto, ¿no somos todos, incluso nosotros mismos, un otro?

  Si yo soy yo, y vos sos vos (un otro para mí), tu mamá es otra, tu papá es otro, tus hermanos son otros, tus amigos son otros, tus profesores son otros, entonces… ¿yo soy otro para ellos y ellos son el yo?

  ¿Quién es el yo? ¿Quién es el otro? ¿Dónde termina el yo y empieza el otro? ¿Dónde termina el otro y empieza el yo? ¿Quién es el yo sin el otro? ¿Cómo me presentan o se presenta a sí mismo el otro? ¿Qué es la identidad?

  La identidad es lo que representa a un yo. Pero, entonces… ¿es también lo que representa al otro? Quizás de una manera diferente, porque cada otro es, también, su propio yo. Todos los otros tienen su propio yo porque cada uno tiene su propia identidad.

  La identidad propia la forma uno mismo, pero… ¿a partir de qué? ¿Es el otro un condicionamiento para la formación de la identidad del yo? Si, quizás, hay una parte de la identidad del otro que es natural y no formada, ésta, ¿no puede ser modificada por lo externo? ¿No es, en parte, la identidad propia que forma uno mismo, parte de un otro? La identidad, ¿no la forma uno mismo, un poco, a partir de lo que ve y aprende de un otro? Ese otro, tanto persona, como animal, como cosa u objeto… ¿no es, un poco, de lo que se observa en un otro, que cada yo decide diferenciarse, intentar igualarse o inspirarse?

  Y es que si nos igualamos a alguien, a un otro, ¿sigue habiendo un yo y un otro? Pero entonces, si hay dos iguales, ¿no son esos iguales diferentes? ¿Distintos? Por otro lado… ¿es posible igualarse completamente a alguien? Si fuesen exactamente lo mismo ¿no dejarían de ser dos distintos? ¿No pasarían a ser uno?

  El otro… ¿no es como una bola de nieve que va adquiriendo características de otros otro y de un yo? ¿Y un yo? ¿No es, también, una misma bola de nieve pero distinta a su vez? El otro, constantemente alrededor de un yo, ¿no está continuamente incorporando o rechazando algo del yo? El yo, constantemente alrededor de un otro, ¿no está continuamente incorporando o rechazando algo propio del otro? Así como el yo aprende algo del otro, el otro puede aprender algo del yo. Entonces, ¿podríamos decir que existe una relación constante entre un yo y un otro? Y si es así, ¿podríamos llamar “recíproca” a esta relación? Un ida y vuelta que nunca acaba… ¿no somos un poco lo que somos porque nos diferenciamos y protegemos o nos nutrimos del otro?

  Y si el otro es completamente diferente a un yo, el yo, ¿ignora por completo a ese otro o aprende a convivir con él porque su existencia es verdadera e importa? Y es que, si el yo importa, el otro también, porque el otro es su propio yo. Entonces, a la hora de tolerar al otro y/o ofrecerle hospitalidad, reconociéndolo como otro distinto al yo, puede que ese otro esté cortando, en tanto, la totalidad del yo. Es que si ese otro es completamente diferente al yo, y el yo lo tolera, no está siendo completamente su propio yo, pues ese yo completamente diferente al otro, no quisiera tolerar aquel comportamiento o personalidad diferente del otro.

  El yo siempre valora al otro desde sus expectativas. El otro siempre valora al yo desde sus expectativas. Desde las expectativas es que cada uno verá al otro como menos que sí mismo (y acá podemos incorporar el concepto de cultura popular) o como más que sí mismo (y el concepto de cultura de elite…).

  En el video de “El Otro” protagonizado por Darío Sztajnszrajber, por ejemplo… ¿no es el chico encargado de limpiar los vidrios, con todo lo que compone a su personalidad y su comportamiento, así como su costumbres (como podríamos nombrar el hecho de que tome cerveza en una botella de plástico) considerado un otro menor al protagonista (aquel famoso al que todos los medios quieren acceder)? ¿no es este famoso, perteneciente a una cultura de elite, con todos sus lujos, sus fans, sus admiradores, y todas aquellas personas que trabajan para él, considerado más que el chofer, destinado a cumplir órdenes y nunca ordenar, pues es menos?

  A veces, ¿no puede un yo estar muy equivocado, por más que sea considerado más valioso que un otro, y dejarse salvar por algún otro? ¿Es realmente la cultura lo que define la humildad, la bondad, el corazón, de un otro o de un yo? Si aquel famoso yo, con enfermedad y única esperanza de supervivencia de un trasplante de corazón, recibe éste mismo de ese otro que ignoró en la calle por su apariencia de “menos”, y éste se salva… ¿era ese otro realmente menos? ¿Importaba su apariencia o su cultura? ¿Le impidió su posición económica o sus costumbres, salvar la vida de aquel que lo despreció por ser otro, diferente? ¿No debemos, por un momento, alguna vez, detenernos a pensar, que aquel que menos esperamos, puede ser nuestra salvación algún día? No tiene que ser un corazón, puede ser una palabra de apoyo, de aliento… ¿por qué el yo, tantas veces, subestima al otro? Si no hay un otro sin un yo, y no hay un yo sin un otro. Si ese otro puede ser otro y a la vez tener un poco de un yo, y un yo puede ser su propio yo y a la vez tener un poco de otro. Si el yo y el otro están destinados a convivir, si son diferentes pero iguales a la vez, pues cada uno vale de la misma manera. Cada uno, humano o animal, posee una vida, y es un yo en relación a otro ¿qué importa la raza si constantemente el yo aprende del otro y el otro del yo, sin importar lo que el otro o el yo sea?

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