Hubo hace demasiado tiempo, en un lugar que algunas veces hacía frío y otras veces hacía calor, que había demasiadas maderas muy grandes con un toque de verde en la cima una gran cantidad de abrigos con el mismo color, y tejido (eco-región) viviendo allí. Uno de esos suaves abrigos echo por lana, agujas, y modelo deseado (materia) era yo. Un día me aleje de todos los otros abrigos, sin saber dónde iba a ir y sin saber cómo. Fue una lástima que me haya ido, ya que cuando yo estaba sólo, parecía que fui la comida (presa) de demasiados clientes (población). Cuando ya se fueron los clientes, vi a una tijera inmensa cortar un papel (depredación), también vi a una roca enorme atrapada por un papel (hospedador), y eso me causó miedo, ya que yo era tan suave como un algodón, era pequeño, sin protección, en medio de una aventura.
Ya ha
pasado demasiado tiempo, y encontré varios
abrigos juntos, conviviendo con otros de diferentes colores, de diferentes
tamaños, con diferentes tejidos (ecosistema) aun así, se veían felices.
Encontré a un amigo, y le dije que yo estaba
cansado, y que algo como agua salía de mí, además, me gruñía mi bolsillo pidiendo
algo para estar consiente (parasitismo).
Fuera de
todo eso, quiero agregar que hoy no fue un gran día para mí, ya que además de
ver a esa tijera cortar a ese papel, a esa piedra que estaba atrapada por el
papel, también vi que mi especie de abrigos, es súper peligrosa, porque un abrigo destronó a una remera, esa remera a
una musculosa, después, a unas zapatillas (cadena alimentaria), y después
de eso, no volví a ser el mismo…
Adam era un oportunista. Pocas
cosas le importaban más en la vida que su propia existencia. Su única
preocupación era aquietar su voracidad
sin contemplar en lo más mínimo quién podría ser el próximo en su lista (parasitismo).
Tal es así que nunca previó que sus acciones traerían semejantes consecuencias.
Una tarde tras ir en busca de su
próxima víctima ocurrió algo inesperado. Cruzó una cerca que se encontraba en
medio de la espesura y corrió tras su botín como alma que la lleva el diablo
sin reparar en que la zona se encontraba poblada
de minas, cual sembradío de pensamientos (población). Después de su segundo
paso el explosivo hizo su trabajo. Todo había quedado reducido a cenizas.
En la árida extensión (eco-región) se perdía su mirada, inmóvil, Adam permanecía
allí. La asociación de existencias (ecosistema)
de la cual formaba parte, había sido vasta alguna vez. La explosión no dejo
casi nada en pie, excepto y para su desgracia la fuente de su desgracia que
acabaría finalmente con todo aquello que lo caracterizaba, sin darle nada a
cambio.
La
trasmisión de energía sustanciosa (depredación)
lo vería no ya como el primero en el
camino de la subsistencia (ser vivo) sino como uno más de aquellos a
quienes él supo tratar como reservorio (hospedador).
Cual trofeo (presa), se veía ahora,
como cazador cazado (cadena
alimentaria). A merced de los nocivos efectos que el estrépito había cavado en
él, Adam sucumbía.
Tirado en el pasto sentía su sustancia (materia) reducida a la partícula más pequeña (átomo) siendo
capaz solamente de conservar en su
cuerpo la sensación de un verano (endotermo) que ya no volvería a ver.
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